¿Vino o vinagre?


Lynn Wilcox, Ph.D.

Las historias sufistas, las referencias al Sufismo y las citas sufistas, especialmente desde Rumi, se encuentran frecuentemente en la literatura de psicología humanística y transpersonal. Sin embargo, están tomadas fuera de contexto, y la enseñanza básica subyacente a su uso no está presente. El resultado es una apreciación agradable pero superficial a la que le falta profundidad de comprensión real. Dicho uso es entretenimiento intelectual, pero también es engañoso. El Sufismo es “medicina poderosa”, no garabatos con extractos de relatos, y los lectores deben conocer cuál es realmente la fuente.


El Sufismo ha proporcionado miles de volúmenes de poesía y prosa a lo largo de un periodo de 1400 años, y extraer unas líneas no hace justicia a la realidad subyacente. Cualquier escrito sobre Sufismo es paradójico, ya que una lección básica del Sufismo es que las palabras no transmiten ni pueden transmitir el significado1. Las palabras simplemente son señales hacia cosas, no son la cosa en sí. Por ejemplo, leer una señal de tráfico que indique “París” es totalmente diferente de la experiencia real de estar en París. Si tienes muchísima sed, intenta pintar la palabra “agua” en un trozo de papel y verás como no sacia tu sed. El sediento necesita agua real. El Sufismo sólo puede enseñar a través de la experiencia, no a través de ideas, palabras o libros de otros. Las palabras son los velos de la Verdad.


El análisis académico del Sufismo es como intentar aprender a nadar mediante el análisis de los impulsos neuroeléctricos de los músculos mientras que se nada. No aprendemos nada sobre cómo nada. Un examen más sutil de una repetida historia Rumi lo ilustra muy bien, así como el contraste entre la aceptación de la interpretación cultural y la libertad de liberarse de estos apegos terrenales, que es la parte integral del Camino del Sufismo. En la historia, un Maestro Sufí le dice a un salek (buscador de la verdad) que traiga consigo una botella de vino. El salek tiene miedo de que los habitantes del pueblo le ataquen cuando lo vean a él, un supuesto musulmán devoto, caminando por el pueblo con una botella de vino. El Maestro le dice que traiga la botella de todas formas. El temeroso salek compra el vino, y efectivamente, los habitantes del pueblo le atacan, primero verbalmente y luego físicamente. En este punto, la botella se rompe, y se ve que contiene vinagre, no vino, y el salek “se salva” de los habitantes del pueblo, pero se avergüenza ante su Maestro.2 


La historia, como cualquier historia Sufí, está escrita con el vocabulario técnico antiguo del Sufismo desarrollado en el siglo XIX, y puede entenderse a muchos niveles. Además, como cualquier historia Sufí, puede considerarse mítica, en cuanto a que tiene la función simbólica de “descubrir” y revelar el vínculo entre el hombre y lo sagrado. A un nivel más simple, puede traducirse como una historia sobre cómo las cosas no son lo que parecen, o como la historia de un pequeño milagro hecho por el Maestro Sufí, del mismo tipo que la historia bíblica en que Jesús convierte agua en vino. De una forma distinta, los psicoterapeutas quizás nombran esta historia como un ejemplo de una profecía que se auto realiza. Un neuropsicólogo quizás afirme que el miedo convirtió el vino en vinagre al generar la secreción de glándulas suprarrenales que aumentaron la temperatura corporal. Al tener la botella agarrada firmemente, y los fenómenos conocidos del efecto de la temperatura en el vino, la propia reacción fisiológica del salek pudo convertir el vino en vinagre. Estas explicaciones satisfacen a la mayoría de las personas, pero todas son muy inadecuadas.


Todas estas interpretaciones ignoran el significado del simbolismo del vino del que está repleta la literatura sufista. El objetivo del Sufismo es el conocimiento, del interior de uno mismo, y en última instancia de Dios. “Aquel que se conoce a sí mismo conoce a su creador”. A lo largo de los siglos, esta búsqueda se ha expresado simbólicamente de muchas formas, como “Unión con los seres queridos”, “Respétame a mí y yo te respetaré”, “La Disolución en el Mar de la Existencia”, o alcanzar  “La aniquilación absoluta en Allah”. El simbolismo del vino a menudo se utiliza para referirse a la Presencia viva de lo Divino. En Al Rasa’el, Hazrat Shah Maghsoud Sadegh Angha, al hablar de solouk o el viaje hacia el sexto objetivo de los Estados de la Iluminación, describe: “En este momento, para los estimados y los elegidos, la copa del alma está llena únicamente con el vino más claro, purificador y divino, el vino eterno de la dichosa Luz para el círculo de los que anhelan para el Rostro y los Ojos del portador de vino. Como él nos prometió la promesa de Dios: “Y el Señor les dio para beber de un vino puro y sagrado’ (1986, p.18).”3


Para alcanzar el objetivo deseado, para unirse con el ser amado, es necesario que el salek alcance la puridad, se libere de los apegos terrenales, y elimine los velos que cubren el conocimiento y que uno no pueda ver la Verdad. Para perderse uno en el ser amado se necesita libertad total de las restricciones culturales. La Ley para el salek es la Ley de Dios, aprendida a través de la experiencia individual, no a través de palabras o dictados de otros. El Camino del Sufismo es el Camino de los Profetas, y los Profetas, en ambos Libros Sagrados, el Corán y la Biblia, son suficientemente claros y específicos al afirmar la necesidad de desprenderse de todas las ataduras familiares, culturales y sociales para seguir al Profeta, independientemente de que el Profeta sea Jesús o Mohammed. El Sagrado Corán en la Sura 9:24, afirma: “Di: ‘Si preferís vuestros padres, vuestros hijos varones, vuestros hermanos, vuestras esposas, vuestra tribu, la hacienda que habéis adquirido, un negocio por cuyo resultado teméis y casas que os placen, a Dios y a Su Enviado y a la lucha por Su causa, esperad a que venga Dios con Su orden…’ Dios no dirige al pueblo perverso.” La Sagrada Biblia en Mateo 10:35-37: “No he venido para traer paz, sino para traer desacuerdo y para causar divisiones en su familia: “El hijo estará en contra de su papá. La hija estará en contra de su mamá. La nuera estará en contra de su suegra. Los enemigos de uno serán sus propios parientes. El que ama a su papá o a su mamá más que a mí, no es digno de mí. El que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.” Sura 39:29 afirma: “Dios propone el símil de un hombre que pertenece a socios que no están de acuerdo y el hombre que pertenece únicamente a uno. ¿Son ambos similares? ¡Alabado sea Dios! Pero la mayoría no saben.” Mateo 24 y Lucas 16:13 afirman: “Ningún siervo puede servir a dos patrones al mismo tiempo. Odiará a uno y amará al otro, o se dedicará a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas al mismo tiempo.”


El paralelismo es claro, y el mensaje es el mismo. Seguir el camino de los Profetas requiere que uno se desprenda de ataduras sociales y culturales. Esto es un mensaje poderoso y crucialmente importante, con enormes implicaciones para cualquier individuo que posea grandes aspiraciones. Como sabemos, y contrario a las ideas de los que creen que la religión es un producto social, las religiones no fueron creadas por la influencia y las demandas de las sociedades. Moisés, Jesús y Mohammed son ejemplos claros. Todos fueron revolucionarios libertadores. Todos desafiaron abiertamente y hablaron en voz alta contra las sociedades en que vivían, y fueron atacados por miembros poderosos de estas culturas.


1. Molana Salaheddin Ali Nader Angha (1987). Unpublished manuscript.
2. Molana Shahmaghsoud Sadegh Angha, Al Rasa’el (Lanham, MD: University Press of America, 1986)
3. The Bible: new Oxford annotated, revised standard version. (NY: Oxford University Press, 1973)
4. The Holy Qur’an. A. Yusuf Ali translation. (Brentwood, MD: Amana Corp., 1983)
5. Orwell, G., 1984 (NY: New American Library, 1949)
6. Rumi, J., The Mathnavi of Jalalu’ddin Rumi (Cambridge: E.J.W. Gibb Memorial Trust, 1926)